20/7/10

Cada palabra

Me fascina el lenguaje. Las palabras en general. Sus infinitas combinaciones nos dan infinitas formas de transmitir, de expresarnos, de expresar, de ser. Piezas de un mecano que agrupamos para construir, desde lo más básico de “tengo hambre”, hasta lo más hermoso de “te quiero”. Con nuestras piezas, atornillando y desatornillando, creamos personajes que nos hacen soñar en una novela o palabras de apoyo y cariño que nos hacen ser felices.
Somos constructores. Todos los días construimos, sin darnos cuenta. Llevamos una vida haciéndolo. Increíble, ¿no os parece?

No dejo de maravillarme de todas las nuevas palabras que aprendo de mis amigos latinoamericanos, de mis parientes de fuera de Madrid e incluso de las palabras que yo uso y que nunca les he dedicado un momento de atención, pero que cuando alguien me pregunta su significado, encuentro muchos más matices de los que era consciente.
Sigamos construyendo.
Un abrazo.
Óscar P.C.

8/7/10

Donde cuento sueños

Ayer al irme a la cama, completamente empachado del gran festín que nos dimos por cena y ya juntas y dispuestas a dormir todas las emociones del día, paseaba en ese estado que te crees despierto, pero que realmente es la antesala al mundo de los sueños y el reposo. Y ya varias veces me he sentido muy lúcido en ese momento, pero cuando al despertar he querido rescatar aquellas, según yo, brillantes ideas, no he sido nunca capaz. De modo que ayer hice un esfuerzo considerable para grabar lo que pensaba en el terreno de la consciencia:

Las emociones y los sentimientos se asemejan al tiempo atmosférico. Se viven más intensamente cuando están sucediendo, como una lluvia que con fuerza te golpea sin paraguas a mano y sin refugio. En ese instante, cuando las gotas caen en torrente por tu frente, sientes verdaderamente lo que es la lluvia, no su recuerdo, pero su húmeda y fría presencia.
También son como las plantas, que requieren tu atención y mimos. No es solo cuestión de regarlos y abonarlos de Pascuas a Ramos, especialmente en lo que a sentimientos interpersonales se trata, sino con gusto y paciencia, cuidarlos día a día, aprenderlos, quitar las malas hierbas.
Y ya por último, son un concierto de tu cantante, banda u orquesta preferidos. Hay que saber disfrutarlos, vivirlos, sonreírlos, saltar, gritar. Nunca me canso de los buenos. Pero en multitud de ocasiones, son tan efímeros y cambiantes, como el correr de las nubes en el cielo o la brisa y colores de la mañana, que echo de menos los dichosos si no están. Por eso me aferro a ellos, por eso quiero aprender a atenderlos mejor y de ahí que siempre corra y salte y ría y los celebre cuando los tengo.

Y en este punto me quedé dormido y soñé con que el ayuntamiento quería cortar el árbol de mi jardín porque es muy alto y sus hojas caen y ensucian las casas colindantes. Que es verdad, pero me encanta mi árbol y ya sufrí la tala de uno. Lo pasé fatal en mi sueño en una lucha por la no tala. Debería haber llamado en mi sueño a Tita Cervera* para que me ayudara.

Buen fin de semana.

Óscar P.C.

* Tita Cervera es una mujer, dueña de una colección de arte importantísima, que se encadenó a unos árboles que el ayuntamiento de Madrid quería cortar en la puerta de su museo, el museo Thyssen-Bornemisza. Consiguió que los árboles no se talaran. Para los que no sois de Madrid, uno de los mejores museos si vais de visita.

1/7/10

Zozobra

Días como los de ayer soy inconsolable. Mi cara me delata y en parte mejor, quiero ser delatado para compartir mi pena, que en días como ayer no sé muy bien ni cuál es. Pero eso es lo de menos; lo de más, es recibir palabras amables.
No sé si será el cansancio, la luna llena, este frío antártico que cala y congela las hormonas del buen humor o la combinación explosiva de los tres factores.
Días como ayer, quiero irme a la cama, taparme con las mantas y simplemente dejarme llevar, como si estuviera en mi propio mar de sábanas que me acogen y me hacen flotar.
Y en días como ayer, me ayuda conducir, sentir que al menos controlo mi coche, que si freno, éste se para y si acelero, avanzo. Me ayuda cantar, cantar a gritos en nuestro idioma canciones que me sé de memoria.
Me siento mejor si corro, parque arriba y abajo, cerca del agua, con el único sonido del lenguaje de los murciélagos que a saber qué se estarán diciendo.
Y de vuelta a casa, con los pulmones vacíos de cantar, los pies cansados de correr y tanto acelerar y frenar para sentirme mejor y hasta ya cansado de mí mismo de estar algo triste, paro en el supermercado y compro helado. Nada como helado. Y chocolate. Nada como helado y después chocolate.

Menos mal que no tengo muchos días como ayer.
Buen fin de semana.