8/11/10

8 de Noviembre

Llevo una semana con un resfriado que me ha dejado sin energías y una tos que no me permitía casi ni hablar. Y hoy que me he empezado a sentir mejor, me he dado cuenta, otra vez, como cada vez que me recupero de cualquier irregularidad, de lo importante que es la salud para el estado mental y para hacer lo que diariamente, considero normal. Así que hoy parece que quiero hacer la que no hice la semana pasada, ni los años anteriores, como si hubiera estado enfermo por más tiempo del real, a saber, he pensado que es tiempo de aprender un nuevo idioma (italiano tiene todas las papeletas, aunque el alemán está ahí ahí, bueno, y el portugués), de hacer más ejercicio, de viajar, de escribir más, de tener la casa más limpia, de hacer más planes con los amigos, etcétera etcétera.

Y además, no puedo irme sin decir que hoy es 8 de noviembre. El ocho del once es un día rojo de mi calendario porque es el cumpleaños de mi hermano (¡felicidades!).

Un abrazo para todos.
Óscar.





Soles

Hoy ha salido el sol por el salón de casa y ha traído café recién hecho y un beso de buenos días. Ha seguido brillando toda la mañana por la mesa de la oficina, con rayos que me daban buena compañía y conversación e iluminaban mi ánimo.
Al medio día, se sentía su calor en la amabilidad y el buen trato de las camareras de la cantina. Más y más soles radiantes de tarde.

Súbitamente, nubes en azul oscuro tiñeron el atardecer de mar y ese olor tan intenso del agua que cayó en terreno seco; suave brisa que se coló por la cocina y esperó pacientemente con la cena preparada y sonrisas, y abrazos, y compañía, de la buena.

Salgo a la calle y pronto el agua, acariciándome a golpes suaves, es mi única compañera; o eso creía, porque a la orquesta del ruido de las millones de gotas que al caer se rompen al chocar con nuestro mundo, se unen relámpagos, relámpagos tan intensos que iluminan en la cuesta abajo toda la ciudad que está en la cuesta arriba. Increíble. Uno, dos, tres, séis, luz y más luz, como un escenario centelleando para quién quiera verlo o esté en la calle con la que está cayendo.

¿Os dan miedo las tormentas? A mí en parte, pero también despiertan un sentimiento de estar a gusto entre ellas, de vivir, como si fueran una llamada de atención para recordarme que estamos aquí, por un tiempo, que formamos parte de un mundo que no podemos del todo controlar, pero sí, a veces, disfrutar.

Muchos soles con tormentas y relámpagos y mar y brisa y lluvia para todos.
Óscar.