Recuerdo un día 22 de diciembre de algún año de mis años universitarios. Estábamos dando clase y de pronto, irrumpieron en la clase un grupo de chavales con gorros de Papá Noel cantando villancicos y pidiendo al profesor que cesara de dar clase y nos fúeramos al hall a celebrar la Navidad. Dicho y hecho. Salimos todos y bajamos a unirnos a la algarabía que había en el gran hall de aquella Escuela de Teleco de Madrid de la que guardo tan bonitos y alegres recuerdos.
Lo que no logro recordar es cómo y cuándo mis amigos se unieron a mí o yo a ellos, pero compramos sidra y empezamos a brindar. Se vivía ese ambiente de animación previo a una evento importante y la gente parecía feliz. De hecho, me atrevo a asegurar que éramos felices. Charlamos, bebimos, brindamos, nos deseamos feliz Navidad y me fui a casa con una sensación de bienestar y de alegría.
Curiosamente, la Navidad despierta ese espíritu del que hablo como ninguna época del año lo hace. Ese sentimiento de vivir algo importante, de sentir que somos humanos y necesitamos compañía, amor, discusiones, riñas, ... lo que sea, pero al fin y al cabo, personas necesitadas de los demás.
Y hoy me siento igual que hace años. Con ese ánimo previo a la celebración, que incluso a veces es más bonito que el propio evento.
Sea como fuere, de nuevo os deseo lo mejor para estos días.
Abrazos.
Óscar P.C.