Llega un momento en la vida en que hacer nuevos amigos no es tan fácil o rápido. Acostrumbrado a como siempre he estado a conocer a mis amistades en el entorno escolar, la tarea era más bien sencilla. Simplemente bastaba con ir a clase durante 9 meses del año y la vida te ponía a una media de 30 o 40 personas en tu camino. Y en la universidad aún más. Y ellos tenían amigos que normalmente acababa por conocer.
Eso, unido a que cuando uno es más joven, creo yo, te sientes con ganas y fuerzas de explorar, de conocer nuevas personas y sobre todo, de saber quién eres y sentirte parte de un grupo.
Ahora bien, cuando se cierra la etapa educativa, llega la nueva etapa: la laboral. Lo primero es que en general las personas que te rodean no son de tu edad, lo cuál, a mi juicio, es de lo más interesante, ya que conoces aún más realidades. Pero aquí sí que noto que cada quién tiene su vida hecha, establecida, y el interés por conocerte es menor. Quizás unas cervezas después del trabajo, quizás un café de vez en cuando, quizás una fiesta en casa de algún compañero, pero en general, no mucho más.
Si además, a eso añadimos que me mudé a un nuevo país, Australia, y prácticamente no conocía a nadie, me veo en la tesitura de tener que conocer amigos. Además, para que negarlo, podré hablar muy bien inglés, ir al banco y abrir mil cuentas, comprar en el supermercado, alquilar una casa y lidiar la agencia de vez en cuando y defenderme en el trabajo sin dificultad, pero he aquí amigos, que el inglés social es otro mundo. Cuando la gente empieza a dejar el lenguaje formal e introducirse en las expresiones, las frases de moda en televisión, los personajes famosos de su infancia, o bromas a cuál más rápida, estoy perdido. Si a eso añadimos que estamos en un bar con la música algo alta, apaga y vámonos, mis posibilidades de comunicación son más bien escasas y o bien me doy a la bebida y disfruto desde una perspectiva algo distante, o intento acorralar a uno, máximo dos conversadores (porque cuando están sólos o en pares se controla mejor que cuando son un grupo) o simplemente paso de todo y me quedo cuál chico retraído mirando la decoración (reconozco que más de una vez lo he hecho). Y me es curioso, primero, verme en estas situaciones, ya que uno parla, platica, habla o charla hasta por los codos en su lengua materna, y segundo, me sorprendo de darme cuenta que estoy analizando qué táctica será mejor para dirigirme a tal o tal persona. No deja de ser entretenido.
Pues bien, todo esto para decir que me he apuntado a un club de natación. No sé si primero es el fin de nadar y hacer deporte o el de conocer nuevos amigos. Ahora que lo escribo creo que los dos están a la par. Normalmente nado una media de tres veces por semana. Me encanta nadar. Así que tras mi intento fallido de hacer remo y conocer así gente, me decidí a probar nuevamente. Así que ayer, algo nerviosillo por esto de ir a un grupo nuevo, allí aparecí. Había quedado con uno de los miembros para que me explicara todo y la verdad que fue de lo más amable y me ayudó a tranquilizarme un poco. Después, tenía que pasar una prueba, ya que si no nadaba lo suficientemente bien, pues no podía quedarme en el grupo.
Finalmente todo fue fenomenal. Me lo pasé muy bien, nadé muy a gusto y creo que voy a seguir.
Ya os iré contando.
Un abrazo muy fuerte para todos.
Óscar P.C.