8/6/09

Cuenta atrás

Cinco, cuatro, tres, … Cuenta atrás para volver a casa, de vacaciones, a ver a los míos.
Equipaje, más todo el bagaje de aventuras, desventuras, amores, amistades y trabajo de un año intenso en tierra austral.
Me invade un sentimiento de alegría que no me esfuerzo por contener. Al contrario, llevo ya días con una sonrisa permanente y una etiqueta en mi frente que dice “me voy a España de vacaciones en breve”.

Aquí está mi vida ahora, pero a veces echo tremendamente de menos aquello y necesito sentirlo de nuevo, abrazar a todos los que me quieren y quiero.

Se hace mucho más patente lo que se define por cultura cuando estás alejado de ella. Pequeños detalles, insignificantes comentarios, actitudes de los que te rodean, tu idioma.

Pues nada, que “si Dios quiere”, estoy pronto por allí, compartiendo lo que tantas veces hemos compartido.
Abrazos.
A muchos os veo dentro de nada por Madrid.

4/6/09

Minutos

Llegamos justo a las 6.30, la hora a la que empezaba la película. Tras la confusión inicial debido a la mezcla de prisa y ansiedad por hacer a los demás esperar, entramos al teatro. Un interior antiguo, algo recargado, imponente, con sus grandes lámparas, escaleras amplias, pasillos anchos y butacas aterciopeladas. Un ambiente muy acogedor y elegante que hace que el valor de la entrada de cine se triplique.

Tras acomodarnos en una butaca, la película comenzó inmediatamente. Una buena película. Una historia de personas bien contada.

Después del film, el director y la actriz principal salieron a contarnos sus impresiones y sentimientos, responder a las preguntas del público y relatar anécdotas.  Me sentí a gusto, en familia, escuchando y compartiendo opiniones.

Más tarde llegó el vino, una pizza, una buena conversación y un restaurante merecedor de volver: altos techos de cristal que dejaban ver la noche de Sydney y decoración cuidada al detalle.

Un paseo con amigos, un abrazo de despedida, un autobús a casa, una parada en el silencio. La niebla se ha apoderado de la ciudad en cuestión de minutos. Con dificultad se discierne lo que hay en 5 metros.

La noche y el paseo de vuelta a casa. Siento que la ciudad es mía porque no tuve que compartirla en esos momentos con nadie.

Observo las casas, cada una con una distribución diferente, un balcón distinto al anterior, una buhardilla de más  o de menos, un color en la fachada más bonito, un saliente por aquí o una puerta por allá; y muchas plantas, flores, color verde y rojo. ¡Qué ciudad tan hermosa! Nunca me canso de explorar.

Sigo caminando. Un hombre en la puerta de su casa, quizás sorprendido y disfrutando de lo mismo que yo disfruto, puede que saliera a contemplar la niebla. Intenta distinguirme, pero aunque nos separan escasos metros, ni yo le veo apenas a él, ni él a mí.

Mi casa. Mi salón. Mi calefactor y mi compañera de casa. Agradable conversación. Llamada a España. Ducha rápida. Y a la cama. Y a contar todo lo bueno que me ha pasado en horas. Solo en horas. Podría escribir cada minuto de mi vida, lo mucho que disfruto de tantas vivencias diarias, los pensamientos que pasan fugazmente o no tan rápido por mi cabeza. Todos podríamos. Son historias, como la película que vimos a las 6.30 en el teatro.

Buenas noches.

Sydney, 4 de junio de 2009.