7/3/08

Érase una vez un país democrático ...

Érase una vez un país que, tras muchos años de malos gobiernos, pobreza y dictaduras, llegó a consolidar un sistema democrático que permitió a sus ciudadanos, por fin, vivir en paz y en libertad construyendo, poco a poco, una nación para todos y entre todos.

Pero en ese país, unos cuantos aún se empeñan en alzar su voz con el lenguaje de las pistolas, las amenazas, los secuestros y los asesinatos. Es decir, esos cuantos utilizan para imponer sus ideas las armas contras las durante tanto tiempo se luchó.
Así pasaron los años y llegó un tiempo, en que se acercaban elecciones y todos los políticos argumentaban sus ideas y sus planes de futuro a la vez que los ciudadanos, interesados, decidían a quién votar.

Dos días antes de dichas elecciones, ese grupo mató, tiroteando por la espalada a la salida de su casa, en presencia de su mujer y su hija, a un señor de 42 años, empleado de cobrar el peaje en una autopista de su provincia y ex-concejal de una partido político. Es decir, un ciudadano normal y corriente, de los 44,99 millones de este país, que mejor o peor, ha cometido el único delito de vivir aquí o cruzarse en el camino de estos señores.

Y así, el país entero volvió a llorar y a quedarse triste.

El país se llama España, el grupo terrorista se llama ETA, el señor se llama Isaías Carrasco y el que escribe esto es un ciudadano más, a quien también le puede pasar esto, y que con todas sus fuerzas grita ¡BASTA YA!

Mi más sincero pésame.

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