18/10/09

Relaciones Inter-net-personales: "feisbuk"

Me encanta feisbuk (pronunciación del inglés “facebook”). Me parece una herramienta sencilla para comprobar qué es de la vida de tus amigos y conocidos de una forma, llamémoslo, no invasiva. Ellos cuelgan mensajes, historias y fotografías que desean compartir y tú decides cuándo y dónde interesarte por ellos y actualizarte con sus últimas noticias. Maravilloso y más aún, si vives en el extremo opuesto del mundo, a hemisferio y medio de cada uno de ellos. Así tengo la alegría de ver las fotos de los hijos de mis amigos, nuevos hogares, destinos vacacionales, fiestas locas, … La relación además es biyectiva, pues tú también puedes hacer lo mismo.

O no, es decir, te puedes dedicar simplemente a “interesarte por sus vidas”. O sea, fisgar en la vida de los demás de una forma sofisticada (con banda ancha, y a todo color con amplios reportajes de vídeos y fotografías) y consentida. Lo que además prueba que tenemos un cierto punto exhibicionista: nos gusta mostrar y nos agrada ser vistos y leídos. Para muestra un botón, yo tengo hasta un blog en el que cuento hasta a qué huelen las nubes.

Hasta aquí todo bien y repito, me encanta. Cierto es que feisbuk es mucho más y puedes crear o unirte a grupos de diversas causas o índoles a nivel mundial con el consiguiente poder de información y movilización. También puedes enviar “cervezas virtuales” a tus amigos; esto no lo he entendido aún. Me siguen gustando más las cervezas reales.

Lo que no llego a comprender son los criterios de selección de algunos al añadirte como amigo feisbuk. La semana pasada salgo enérgico y decidido de mi oficina para ir a la impresora a recoger un documento. Me cruzo en el pasillo con una chica que trabaja en el departamento y con la que me he cruzado un par de veces en el ascensor y hemos compartido conversaciones habituales para ascensores: “¡Uh!, el tiempo hoy está revuelto”, “Sí, sí, fíjate, con lo bueno que hizo ayer”, “¿Mucho trabajo hoy?”, “No, no, lo normal”, “¿Y tú? ¿El trabajo bien?”, “Sí, bien. Buenas noches”, “Buenas noches”.
Pues de camino a mi impresora me disponía yo a tener una conversación “de pasillo”, que es como la de ascensor citada más arriba, pero más corta si cabe. Pero para mi sorpresa, la mujer, airada, me dice que la he rechazado como amiga en el feisbuk.

- “Feisbuk chivato acusica” - es lo primero que pensé. Pero mis cuerdas vocales articularon un - “perdona, ¿cómo te llamabas?”.
Pero mi mente, seguía pensando:
- “Por Dios santo, no sé ni tu nombre, te he visto dos veces en el ascensor y me añades a tus contactos de feisbuk. ¿Para qué? ¡Ah!, quizás sea para tener conversaciones más ricas en el ascensor y en vez de hablar del tiempo, hablar de mis fotos de la borrachera de fin de año, de las fotos de la familia de mi pareja o de cómo un día estaba hasta las narices del trabajo y se me ocurrió ponerlo en feisbuk y tú lo comentaste en una reunión del departamento delante de todos nuestros jefes.”

Y para colmo tienes el compromiso de explicar por qué no la aceptaste como amiga virtual, toda una desfachatez por mi parte.

Segundo caso. Me añade una de mis primas. A esta prima la he visto creo que tres veces en mi vida. No tengo ningún contacto con ella y las dos veces, que ya de adulto, pasé por su ciudad y fui a su casa a visitarla, misteriosamente tenía algo que hacer y ni siquiera la vi. Bueno, pues de nuevo me encontré en esa disyuntiva moral de decir, ¿añado a esta mujer? Me siento hasta culpable de pensar así, “es tu prima, sangre de tu sangre, ¿cómo piensas así?”. Sencillamente porque aunque uno cuente mucho de su vida, pues hay cosas que no quiero que determinadas personas se enteren (ya veis, luego con el blog termino aireando bastante, contradicciones de uno...).

Bueno, tras un debate interno, decido apretar el botón azul mágico de “sí, te acepto por amiga, en los cíber momentos malos y buenos, hasta que decida borrarte de mis contactos”.

El caso, es que ejerciendo de primo mayor y decidido a no ser malpensado y reeducarme para pensar que ella quería establecer una relación conmigo empezando por feisbuk, le escribo un correo en el que le muestro mi sorpresa por interesarse por mí y le cuento qué es de mi vida, cómo me siento por aquí y que hago por trabajo.
Respuesta, ninguna. Tiempo de espera, va a hacer cuatro meses.
Y de nuevo me pregunto, ¿por qué leches me añade? Y de nuevo, te encuentras con el dilema moral de no desconectarla de tu red, porque quedaría feo.

Y así me he encontrado con mi antiguo jefe (al que aprecio, pero de nuevo, en el entorno profesional, no para que lea todos los mensajes de cómo voy a quedar este fin de semana con mis amigos), la ex compañera de trabajo de mi pareja a la que he visto dos veces, y muchas más personas que me añaden o añado (mea culpa). Aunque me da mí que yo pienso demasiado y muchas personas te añaden, para luego ni siquiera hacer caso a la información que pones, algo que considero inútil.

Así que por un mundo con limitaciones en amigos virtuales y como una pequeña reflexión, aquí dejo este artículo.

Espero que tengáis una buena semana.
Como siempre, gracias por leerme.
Óscar.

1 comentario:

  1. Bueno, yo que vivo lejos de mi país, a través del FB he recuperado el contacto con muchos amigos y compañeros de trabajo de los que había perdido la pista. Lo que sí me parece un cuento de camino es que esa chica haya sido notificada de que la rechazaste como amiga ¿no será que lo comentaste y alguien que sí sabía quien era ella se lo comentó??? xD
    Porque si es verdad que notifican los rechazos me voy a tener que contratar un guardaespaldas!!! jaja

    Gracias por pasar por Azules, siénte bienvenido siempre que quieras pasarte por allí :)

    ¡Saludos!

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