28/3/10

En pausa

Por fin tengo la sensación de hacer una pausa y saborear mi tiempo con leche y té, dos de azúcar y un chocolate (uno de esos huevos de Pascua de los que me confieso adicto). Acabo de cerrar la puerta de la oficina y mi mundo se hace más mío. Me invade el sentimiento placentero de estar satisfecho: me apetece sonreír, charlar, y la energía me brota. Como una planta que se despierta y quiere crecer, aprovechar hasta el último rayo de luz y desplegar sus hojas.

Mi vida personal ayuda. Me siento querido.
El trabajo también, y mucho. He ido aumentando mis reservas de confianza y de conocimientos. Veo el camino por donde voy, sé hacia dónde me dirijo y voy acompañado. La entrada de un nuevo colega ha sido fundamental. Su energía y ganas de aprender nos ha volcado a todos en nuevos proyectos, discusiones y reuniones de algoritmos y curiosidades. Un placer.

Por otra parte, dar clase me aporta ese pequeño mundo al que quería asomarme. Me divierto enseñando y los alumnos me hacen a veces reír, a veces enfadarme. Me gusta esa pequeña sensación de poder (mañana, ¡examen! – aquí sale mi yo “mandón” y “egocéntrico”), de confianza que depositan en mí y sobre todo, me gusta transmitir conocimiento y el reto semanal de mantener su atención por lo que dura la explicación.

La otra cara de estas monedas es que he estado excesivamente ocupado estos meses. Primero preparando la visita de mi hermano y mis padres, después, la visita en sí (que por cierto fue muy placentera) y a continuación, mucho trabajo. Me he sentido a veces en una montaña rusa en la que veía la vida pasar, pero casi no me daba tiempo a apreciarla porque el vagón se adentraba en una pendiente cuesta abajo a toda velocidad.

Ahora paró, y por ahora prefiero subirme en esas atracciones que van muy despacio en las ferias, esas de barquitas que van por paisajes selváticos o prehistóricos o galácticos sin muchos sobresaltos.
Abrazos.
Óscar P.C.

1 comentario:

  1. ay, mi vida, óscar!!

    que bonito tu post. me da alegria pura y sincera leerte una sola frase: me siento querido. que bueno que estés tan a gusto en el trabajo, con tus cosas y tus compañeros y estudiates. te lo mereces, y más. mantente escribiendo, y acuerdate de eso del trato nuestro acerca de la colaboración literaria, ves que tengo una memoria impresionante. Te mando un millón de besos, adorado.
    la chicaCisne

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