Hay ocasiones y días en que las cosas no salen como yo querría. Y eso hace que me plantee si realmente el criterio por el que mido lo bueno o lo malo en la vida es correcto, o por el contrario debo reajustar mi brújula interior.
Y mientras pienso, me invade un sentimiento de tristeza.
Me calma enormemente saber que en última instancia yo controlo la brújula y yo decido como seguir hacia adelante.
Pero lo que nunca falla es llamar por teléfono a una voz amiga, contarle como van tus puntos cardinales y echarte unas risas. O improvisar una cena con conocidos y olvidarme de que la vida es mucho más que mis pequeñas vicisitudes cardio-éticas.
Porque la vida es muy rica en colores y hay que aprender a sintonizarla y sobre todo, a disfrutarla. Y hoy, no me dejaré invadir por esa melancolía, me niego a estar en blanco y negro y ahora mismo reservo en el restaurante de “El norte”, porque no quiero perderlo.
Besos para todos, ya sabéis, en colores
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