29/3/09

Los años y la sabiduría

Aquí estoy, a punto de irme a la cama y leyendo las noticias en el periódico.

Y al mismo tiempo, me repaso a mí mismo. Hacía tiempo que no utilizaba la palabra repasar. Y curiosamente, me recuerda a cuando escribía una redacción en el colegio y la repasaba para evitar faltas de ortografía; y también, cuando en la universidad, las horas antes de un examen, volvía a leer el pequeño resumen que me había hecho los días anteriores con una letra minúscula para que cupiera todo en dos páginas; así engañaba a mi cerebro para que pensara que no era tanto lo que tenía que aprender.

Libre ya de los exámenes académicos, menos mal, mi repaso se para inmediatamente en algo que me da vueltas en la cabeza en los últimos días: me llama la atención que pese a que según dicen, los años traen la madurez, hay asuntos que me siguen afectando como si tuviera 5 años y un niño en el parque me rompiera el cubo y la pala. Y me enfrento a ellos con la misma rabieta.

“Tanta educación, tanta universidad, tanto viajar y tanto inglés, ¿para qué?” Seguro que esto es lo que me diría mi madre, como tantas veces ya me ha dicho. “Los problemas siempre se afrontan y todo tiene solución, menos la muerte”. Sabio consejo, que siempre procuro aplicar. Sin embargo, el otro día, cuando le contaba a ella lo que me preocupaba, lo encontró de lo más divertido y se echó unas risas. Y me contagió y acabamos la conversación con una carcajada. Y esa falta de importancia que le dio mi madre al problema, me hizo vez que era nimio.

Y de nuevo, como aquel niño que tenía tal miedo a la oscuridad que en cuando anochecía, subía corriendo del parque a casa a refugiarse con mis padres, aquí estoy con 30 años, llamándoles casi a diario para oír sus voces y que me calmen, y me alegren, y me ría con ellos.

Curioso también, que cuando me pongo a escribir tengo una idea, un sentimiento; pero la forma de plasmarla y cómo se acaba desarrollando, siempre me sorprende a mí mismo. Creo que quería contar directamente la pequeña anécdota que yo consideraba problemón, pero finalmente mis manos y me cabeza se fueron por otros caminos.

Un abrazo muy fuerte para todos y feliz semana.

Sydney 29 de marzo de 2009.

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