El partido de fútbol de ayer fue de lo más intenso. Cuando de deportes de equipo con puntuación se trata, me gusta dar lo mejor de mí. O como muchos lo interpretan, mi espíritu competitivo sale a relucir y empleo todas mis energías en batir a los contrarios. Tal es así, que alguna vez mis compañeros de equipo me han dirigido un “calma Óscar, calma”. Y creo que en general, es importante marcarse metas o planes en la vida, incluso en las tareas diarias, sencillamente porque los seres humanos funcionamos así y nos motivamos mucho más.
El caso es que ayer tuvimos muy buenas oportunidades de marcar, pero el balón, caprichoso, rebotó más de una vez en el larguero y el poste. Y por el contrario, un pequeño resbalón de nuestro portero, hizo que la puñetera bola entrara en nuestra portería en forma de auto-gol, seguido de un tímido pitido del silbato del árbitro.
Y sin pretender hacer filosofía barata, me doy cuenta del fenómeno psicológico de ir ganando, que es cuando jugamos mejor y dominamos el partido, a ir perdiendo, donde los movimientos son más torpes y desacertados.
El caso es que ayer tuvimos muy buenas oportunidades de marcar, pero el balón, caprichoso, rebotó más de una vez en el larguero y el poste. Y por el contrario, un pequeño resbalón de nuestro portero, hizo que la puñetera bola entrara en nuestra portería en forma de auto-gol, seguido de un tímido pitido del silbato del árbitro.
Y sin pretender hacer filosofía barata, me doy cuenta del fenómeno psicológico de ir ganando, que es cuando jugamos mejor y dominamos el partido, a ir perdiendo, donde los movimientos son más torpes y desacertados.
Ya llevamos 6 partidos jugados en la liga y empezamos a jugar como un equipo, y eso es lo que más me gusta. De hecho, ayer nos fuimos después del partido a tomar cervezas, lo que demuestra que el equipo funciona. Me gusta sentirme parte de un grupo.
Un abrazote para todos desde aquí abajo.
No siempre el gol es la recompensa...
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