29/9/08

La chica del cigarro

Muchos días, camino del supermercado, me cruzo con una chica que debe rondar los treinta y pico años y que generalmente va vestida de la misma manera: falda ancha hasta las rodillas, camisa de flores y zapatos a juego con el rosa pálido de toda su vestimenta.
Siempre la noto ese aire distraído, como si anduviera sola por la calle y el resto de personas no fuéramos más que parte del mobiliario urbano.
Cuando llega a las inmediaciones de las escaleras automáticas que dan entrada al centro comercial, ella se para, y con movimientos rígidos y forzados que siguen una trayectoria más larga de la normal empieza su ritual. Busca su cigarro en los bolsillos, lo enciende y empieza a fumar compulsivamente, llevando cada pocos segundos el cigarro de su boca hasta la distancia máxima que su brazo le permite y así sucesivamente, mientras su cuerpo está erguido y tenso, como si el cigarro tuviera una sustancia líquida que pudiera caer y manchar su ropa.
Y mientras tanto, la gente va y viene y todos parecen ajenos a que ella está ahí, en el medio del trasiego, justo al bajar esas escaleras.
No puedo evitar quedarme mirándola un rato, pensando en qué está pensando; y me entran ganas de acercarme y decirle hola o sacarla de ese mundo en el que parece que está.
Y tampoco puedo evitar ponerme triste, quizás pensando en que ella se siente sola, aunque realmente es una hipótesis mía, pero su cara y su forma de actuar me da a entender que es así.
A veces odio esa pasividad y falta de interés que se genera en todas las grandes urbes. Me encantaría que alguien la dijera algo, que la gritara "Xing Xao, ¿qué tal estás hoy? Hija, no fumes tan rápido que te vas a atrangantar" o algo similar, que aunque sea una frase nimia, supone pasar del abismo de la indiferencia a escuchar una voz amable que dice tu nombre.
O quizás ella precisamente prefiere ese anonimato.
No lo sé. También hay un hombre que siempre está por mi calle paseando al perro y que parece tener un retraso. Cuando voy en bici, me reconoce enseguida y me saluda efusivamente. Intercambiamos unas cuantas palabras y una pequeña conversación, y él y yo nos quedamos tan felices. Sin embargo, aún no me reconozce cuando voy sin bici, y eso que mi acento me delata.
Y acabo esto sin más, no sé ni que final escribir, ni si hay o no moraleja o más que pensar en esto que escribo. Simplemente necesitaba contároslo.
Os deseo un buen día a todos. Os dejo una de mis canciones preferidas. óscar.

1 comentario:

  1. Pero esa chica... sale o entra del centro comercial? no séra una dependienta..q ue sale a fumarse su cigarrillo?

    De verdad Osquiatr tus iempre queriendo cambiar el mundo!! y lo consigues ! como ese hombre que te reconoce solo cuando vas en bicicleta!

    Oye te has comprado una bicicleta? quiero una foto de tu dia a dia ... usas la bici para ir a trabajar o solo para hacer ejercicio??

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